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Confesión de fe de la Iglesia Cristiana Española, Madrid, 1872

Breve introducción

Se sabe muy poco de esta confesión de fe, y lo que viene a continuación, procede de lo que me ha comunicado el Rvdm Carlos López Lozano y de la introducción a la confesión que acompaña la fotocopia en la biblioteca del Seminario Teológico de Sevilla. Esta confesión de fe estuvo vigente en la Iglesia anglicana desde 1872 hasta 1880, cuando se modificó, y siguió en vigencia en la Iglesia Evangélica Española hasta 1895, cuando fue revisada.[1] Parece ser una traducción de una confesión de fe de la Iglesia de Escocia, quizá de la Iglesia Presbiteriana Libre, pero aun no se ha podido confirmar, y tampoco si alguna parte fue retocada. Solo existen algunas doce copias manuscritas de las personas que participaron en su composición, más algunas fotocopias.


El texto reproducido a continuación procede de una copia de estas fotocopias hechas para celebrar el 125 aniversario de la Iglesia Evangélica Española. En cuanto al texto, aparece igual que en la fotocopia, con los siguientes tres pequeños cambios: 1) Se han actualizado y estandarizado el deletreo y la puntuación. 2) Se han añadido encabezamientos —que se encuentran entre corchetes— para facilitar la comprensión de la estructura de la confesión. 3) Se han insertado los números de los folios de la fotocopia —que también se encuentran entre corchetes en el texto principal— para facilitar referencias a la misma.


En cuanto a la confesión en sí, su estructura y contenido demuestran que es una confesión de fe que tiene cabida en la tradición reformada. La estructura sigue generalmente el Credo apostólico —a veces con expresiones y lenguaje similares—, que era algo muy común entre las confesiones reformadas. El contenido también evidencia su carácter reformado: la división tripartita de la Ley, los dos oficios de la iglesia (y no tres), la presencia espiritual de Cristo en la cena del Señor, etc. Aunque tenga carácter reformado, la confesión es bastante amplia en su enfoque, permitiendo así que gente de distintas tradiciones protestantes pudiera firmarla.


Curiosamente, la confesión no contiene citas bíblicas, ni alusiones claras a la misma, lo cual contrasta fuertemente con las numerosísimas citas bíblicas de la “Declaración, o confesión de fe” de Casiodoro de Reina de 1560/1577. La confesión fue firmada en Madrid el 15 de abril, 1872 por 25 hombres, entre los que estaban algunos de los más destacados de su época, como Juan Bautista Cabrera y Federico Fliedner, por ejemplo.



[Portada]

PROFESIÓN

DE FE,

de la Iglesia Cristiana Española

MADRID.

1872.

[1]

Confesión de Fe

hecha por la asamblea de la Iglesia Cristiana Española[2]

en Abril de 1872.


I. [Las Escrituras]

Las Santas Escrituras dadas por Dios al hombre, para que éste conozca cuanto le importa saber acerca de su propia salvación, son inspiradas por Dios en todas sus partes, y constituyen la única e infalible regla de fe y de moral. ______________________________

Las Santas Escrituras son ellas mismas su verdadero intérprete. ______________________

Admitimos como libros canónicos del Antiguo Testamento todos los que nos han sido trasmitidos por el pueblo judaico, único depositario en su tiempo de los oráculos de Dios, y son el Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números, el Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, I y II Samuel, I y II Reyes, I y II Crónicas, Esdras, Nehemías, Esther, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías. ______________________________________________________

Los libros canónicos del Nuevo Testamento son: Evangelios según Mateo, Marcos, Lucas y [2] Juan, Hechos de los Apóstoles, Epístola de Pablo a los Romanos, Iª y IIª a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Colosenses, a los Filipenses,[3] I y II a los Tesalonicenses, I y II a Timoteo, a Tito, a Filemón, Epístola a los Hebreos, Epístola de Santiago, Epístolas I y II de Pedro, Epístolas I, II y III de Juan, Epístola de Judas y Apocalipsis de Juan. _____________________________________________________________

Los libros llamados apócrifos, no hallándose entre los Canónicos que nos han sido trasmitidos por el pueblo judaico, no tienen autoridad alguna en la Iglesia de Dios. ______


II. [El Dios Trino]

Hay un Dios verdadero, vivo e infinito a quien adoramos: Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios en tres personas, creador y conservador de cuanto existe. ___________________


III. [La creación]

Plugó a Dios Todopoderoso llamar a la existencia lo que no era, y crear para su gloria las cosas visibles e invisibles en los Cielos y en la tierra. _________________________________

Dios sustenta y gobierna al mundo por su Providencia, la cual se extiende a todas las criaturas y a todas las acciones de ellas. ____________________________________________

Después que Dios hubo creado en pro- [3] gresion creciente todas las cosas, creó al hombre a su imagen conforme a su semejanza, en conocimiento, justicia y santidad de verdad, le dotó de libertad y le dio un mandamiento de cuyo cumplimiento o infracción dependía su felicidad o su desgracia. ______________________________________________


IV. [La caída]

Seducidos por Satanás nuestros primeros padres, que vivían felices en la comunión de Dios, cayeron en el pecado y quedaron sujetos a la condenación con que Dios les había amenazado en caso de desobediencia. ____________________________________________

En Adam, representante y progenitor del linaje humano, quedó viciada la naturaleza humana, de modo que los hombres todos descendientes suyos y solidarios de su desobediencia, nacen inclinados al mal, incapaces de hacer lo que es espiritualmente bueno según Dios, impotentes para salvarse y merecedores por sus propios pecados de la muerte eterna. ________________________________________________________________


V. [La promesa y el cumplimiento]

Dios en su bondad, no queriendo que el género humano permaneciese en el estado de perdición a que quedó reducido por la primera desobediencia, determinó según el [4] consejo de su voluntad salvar a los pecadores, y a este fin hizo a Adam la promesa de un Redentor, promesa que fue amplificando por medio de los patriarcas y profetas. ________

Cuando los tiempos fueron cumplidos, el Verbo eterno de Dios, que en el principio era ya con Dios y era Dios, se hizo carne, tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres, y fue concebido, por la virtud del Espíritu de Dios, en el seno de una virgen llamada María. __________________________________________________________________

En él se unieron indisolublemente las naturalezas divina y humana. ___________________


VI. [La obra de Cristo]

Segundo Adam, y representante del hombre, Jesucristo, aceptó voluntariamente el oficio de Redentor, y de grado se sujetó a la ley que cumplió en todas sus partes. ____________

Su perfecta obediencia a la voluntad divina se extendió hasta su muerte expiatoria en la cruz para redimir al hombre de la esclavitud del pecado y reintegrarle en la gloria a que Dios le destinara primitivamente. __________________________________________________

Aunque personalmente sin pecado, fue hecho pecado por nosotros pecadores para [5] que fuésemos hechos justicia de Dios en él. ________________________________________

Después de haber derramado su vida hasta la muerte como ofrenda y sacrificio hechos a Dios, fue sepultado, pero su cuerpo no sufrió la corrupción. __________________________

Al tercer día resucitó de entre los muertos, y con el mismo cuerpo que tanto había padecido subió a los cielos, y sentado a la diestra del Padre intercede por los suyos, al mismo tiempo que permanece en ellos por medio de su Santo Espíritu.________________

 

VII. [La obra del Espíritu]

El Espíritu Santo con que el Padre ungió al Hijo, es el que nos aplica para nuestra salvación la obra redentora de Cristo ______________________________________________

El Espíritu Santo es el que nos une con Cristo por medio de la fe, habita en los creyentes, los liberta del imperio del pecado, les hace comprender las Escrituras, los consuela y los sella para el día de la Redención. __________________________________________________


VIII.

Como nadie puede ver el reino de Dios si no naciere de nuevo, el Espíritu Santo ilumina el entendimiento, renueva la voluntad y dispone el corazón de los pecadores para que arrepentidos de sus culpas, se vuelvan hacia el Señor y confíen para siempre en [6] sus promesas. ______________________________________________________________________

De modo que el Espíritu Santo es el autor de ese cambio sobrenatural que la Santa Escritura llama conversión, regeneración, paso de la muerte a la vida. _________________


IX. [La justificación por fe]

El pecador es justificado, no por sus propios méritos, sino únicamente por la gracia de Dios por medio de la fe en Cristo. __________________________________________________


X. [La santificación]

Aunque el creyente, así justificado, se halla libre de toda condenación, no se halla libre del combate que después de la conversión se establece entre el espíritu de vida en Cristo Jesús que recibe de Dios y su carne de pecado. Sin embargo, Dios le habilita por medio de su Santo Espíritu para el cumplimiento de los divinos preceptos, y para que se aproxime[4] más y más cada día a Él; en esto consiste la santificación sin la cual nadie verá al Señor. ___________________________________________________________________

La santificación no es igual en todos los fieles, pues aumenta en grados diferentes por la virtud de Dios y la mayor o menor sumisión a la voluntad divina. ______________________

[7]

XI. [La preservación]

Los que son verdaderamente justificados, y caminan en la santificación, no serán arrebatados de la mano de Cristo, pues son guardados por la potencia de Dios para alcanzar la herencia incorruptible que les está reservada en los cielos. _________________


XII. [La fe]

La fe, por cuyo medio somos justificados, adoptados por hijos y hechos partícipes de todos los privilegios que como a tales hijos nos competen, es un don de Dios, obra del Espíritu Santo en nuestros corazones; por ella recibimos a Cristo como se nos ofrece en el Evangelio, y confiamos en él para nuestra salvación. _______________________________


XIII. [Las buenas obras]

A la fe que justifica, siguen siempre las buenas obras, las cuales no son sino el cumplimiento de los preceptos divinos, y recibirán de Dios un eterno galardón, no porque sean meritorias, sino porque Dios ha prometido galardonarlas, y premia así su propia misericordia, puesto que él obra en nosotros tanto el querer como el ejecutar. ___

Mas no habrá galardón para las obras [8] hechas sin la fe, porque sin la fe no se puede agradar a Dios. __________________________________________________________________


XIV. [La elección]

Toda la obra de la salvación es un puro don de la misericordia de Dios que nos eligió, según su presciencia, para que disfrutáramos del beneficio de la sangre de Cristo, que purifica de todo pecado. __________________________________________________________

El pecador que desoye el mandamiento de Dios, es responsable de su propia incredulidad, porque el Señor no rechaza a ninguno de los que a él acuden para ser salvos. _________________________________________________________________________


XV. [La Ley]

Desde la creación de Adam existen leyes divinas que marcan los deberes del hombre para con Dios. Estas leyes, en el Antiguo Testamento se distinguieron en morales, ceremoniales y judiciales. Las ceremoniales y judiciales quedaron abrogadas bajo la dispensación del Evangelio. ______________________________________________________

No sucede lo mismo con la ley moral que es la que se halla sumariamente contenida en el Decálogo. Ella sirve para hacernos conocer nuestros deberes y la necesidad de la obra redentora de Cristo. ______________________________________________________________

[9] Sin embargo, no estamos bajo la ley considerada como alianza, sino únicamente como regla de vida. ______________________________________________________________


XVI. [La Iglesia]

Los creyentes en Cristo, antes y después de su venida, constituyen la Iglesia de Dios. ___

La Iglesia se divide en visible e invisible. Componen la invisible todos los recatados por Cristo, ya anden por la fe y en esperanza, ya anden por la vista y disfruten de las promesas de Dios. Esta es la Iglesia verdaderamente Católica, una, santa, y solo Dios conoce a todos los que son miembros de ella. ______________________________________

Estando todos estos unidos con Cristo por su Espíritu y por la fe tienen[5] comunión con Él, y unidos unos con otros por el vínculo del amor, realizan la verdadera comunión de los santos. ______________________________________________________________________

La Iglesia visible se compone de todos los que profesan en este mundo la fe en Cristo juntamente con sus hijos; ella es la casa y familia de Dios sobre la tierra. La Iglesia visible existe bajo la forma de Iglesias particulares, las cuales son mas o menos puras según la pureza de las [10] doctrinas que enseñan y de la vida de sus miembros. Algunas degeneran tanto que dejan de ser Iglesias de Cristo, y se convierten en sinagogas de Satanás. ________________________________________________________________________

No hay más cabeza de la Iglesia, tanto visible como invisible, que Nuestro Señor Jesucristo. ______________________________________________________________________


XVII. [El culto]

La Iglesia visible debe tributar culto religioso a solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y no a los ángeles, santos ni a otra criatura alguna. _______________________________________

Ha sido la voluntad de Dios consagrar un día de la semana para que en el los fieles se dediquen de un modo especial al ejercicio del culto público y privado, y se abstengan de toda obra que no sea de necesidad o de misericordia. Desde la resurrección de Cristo este día es el domingo. ___________________________________________________________


XVIII. [Los cargos]

Aunque la Santa Escritura enseña que todo cristiano es rey y sacerdote para Dios, ha sido, sin embargo, la voluntad del Señor instituir un ministerio compuesto de ancianos y diáconos, al cual [11] ha confiado la administración de su Iglesia. ______________________


XIX. [Sacramentos]

El Señor Jesucristo ha instituido en su Iglesia dos Sacramentos, a saber, el Bautismo y la Cena del Señor, en los cuales están representados, sellados y aplicados a los creyentes por medio de signos sensibles, tanto el mismo Cristo como los beneficios de la alianza de gracia. _______________________________________________________________________

El beneficio que resulta de los Sacramentos no depende de virtud alguna que exista en los signos, ni de la piedad o intención del que los administra, sino de la bendición del Señor y de la fe de aquellos que los reciben. ________________________________________

Hay en los Sacramentos una relación espiritual entre el signo y la cosa significada, por lo cual sucede que los nombres y efectos de la una se atribuyen al otro. _________________


XX. [El bautismo]

Por el Sacramento del bautismo, mediante la aplicación de agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, el individuo a quien se bautiza es solemnemente admitido en la Iglesia visible. ______________________________________________________________

Este Sacramento representa la purificación de nuestros pecados por la sangre [12] de Cristo, nuestra muerte al pecado y sella nuestra participación de todos los beneficios de la alianza de gracia. Por él significamos nuestra sumisión al Señor. _____________________

Debe administrarse este Sacramento a los que actualmente profesan la fe en Cristo, y le prestan obediencia, y también a los niños, cuyos padres o uno de ellos, sean creyentes. _

No debe administrarse el bautismo a una persona más de una vez en la vida. __________


XXI. [La cena del Señor]

Por el Sacramento de la Cena del Señor que se ha de observar en la Iglesia, se hace una memoria perpetua de la muerte de Cristo hasta que Él venga. ________________________

La cena del Señor debe administrarse bajo las dos especies de pan y vino que representan el cuerpo y la sangre de Cristo. ________________________________________

Los que dignamente participan de la cena del Señor, reciben y se nutren de Cristo Crucificado y de los beneficios de su muerte, no carnal y corporalmente, sino espiritualmente y por la fe; reconocen además su obligación de dedicarse al [13] Señor, y de cumplir todos sus deberes para con Cristo. ______________________________________

En la cena del Señor, Cristo no se ofrece al Padre, ni en ella se hace sacrificio alguno para remisión de los pecados, sea de vivos o de muertos. ________________________________

Los ignorantes y los impíos no pueden participar de los elementos de la Santa Cena; los primeros porque ningún beneficio les resultaría; los segundos, porque pecan contra Cristo. __________________________________________________________________________


XXII. [El retorno de Cristo]

El Cuerpo humano después de la muerte torna al polvo y ve corrupción; pero el alma, teniendo una existencia inmortal, vuelve a Dios que la creó. __________________________

Las almas de los justos son recibidas en el cielo, y las de los impíos son arrojadas en el infierno, esperando unas y otras la resurrección de los cuerpos. _______________________

Cuando Jesús vuelva en su gloria, los cuerpos de los justos saldrán a su vez de los sepulcros, y unidos con los que aún vivan en la tierra, volarán a su encuentro para nunca jamás separarse de Él. ___________________________________________________________

Fuera de estos dos lugares donde [14] moran las almas separadas de sus cuerpos, no reconoce otros la Escritura. _______________________________________________________


XXIII. [La eternidad]

Vendrá después el día en el cual Dios juzgará al mundo con justicia por su hijo Jesucristo, para que cada cual reciba el premio conforme a sus obras. ___________________________

Los justos irán a la vida eterna y heredarán la plenitud de gozo y bienaventuranza que existe en la presencia de Dios, para siempre. Mas los impíos que no conocen a Dios, ni obedecen al Evangelio de Jesucristo, serán castigados con la eterna separación de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. ______________________________________

Como Cristo quiere que estemos persuadidos de que habrá un día de juicio para disuadir a todos los hombres del pecado y para consuelo de los creyentes; así también ha querido que este día sea ignorado de los hombres para que rechacen toda seguridad carnal y presunción y se hallen siempre vigilantes y dispuestos a decir, no sabiendo la hora en que vendrá su Señor: Ven, [15] Señor Jesús, ven pronto. Amen. ________________


Madrid 15 de Abril de 1872

Los que firman se comprometen según su conciencia, a predicar la palabra de Dios tal como está contenida en los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento, y en conformidad con la precedente confesión de fe.[6]

Antonio Carrasco                                     Juan B. Cabrera

Pablo Sánchez Ruiz

Federico Fliedner                                     Pastor Félix Moreno Astray

Julián de Vargas                                       Antonio Sánchez

John Jameson                                          José Hernández y Ortega

William Moore                                          Ángel B. Gérman

Pedro Castro                                             A. L. Empaylaz[7]

Francisco Antony Marian García[8]        José Allsamea[9]

José Ximéno Coro[10] Zaragoza            Juaquín Masa Souceruor[11]

Manuel Plácido Hernández                    Francisco de A. Cabrera

Guillermo H. Gulick                                  Hugh Waddell

Enrique R. Duncan                                   Joseph Viliesid

Luis A. Fernández                                     Manrique Alonso Lallave

[1] Antes de esta confesión de fe de 1872, se escribió otra en 1869 de 35 capítulos que fue creada por el presidente Juan Bautista Cabrera y el Secretario Luis A. Fernández. [2] Se lee “Español” en la fotocopia, pero parece que se ha cortado la “a” por el escáner. [3] La frase “a los Colosenses, a los Filipenses” está subrayada. [4] La palabra “aproxime” es difícil de leer debido; podría ser “aprojime”. [5] Originalmente se leía “tenemos”, pero fue tachado. [6] Muchos de las firmas son difíciles de leer, y sus lecturas no siempre son claras. Las dificultades son indicadas en las notas a continuación. También, en la parte inferior del folio 15, hay una frase que ha sido tachada, y cuya lectura no se puede comprobar. Es una frase de seis palabras: las primeras cuatro parecen ser “aquí debe ponerse la” y la última parece ser “jornada”. [7] Parece que hay una letra o marca después del apellido, pero la lectura no es clara. [8] Apellido difícil de leer; parece que hay el número “73” después del apellido. [9] Apellido ilegible en parte. [10] Palabra o apellido ilegible. [11] Apellido ilegible en parte.

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