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En un artículo previo, vimos que muchos textos de la Biblia afirman que el amor es el tema central de la Biblia. El argumento propuesto allí no era nada novedoso por mi parte, sino que ha sido la postura predominante de la Iglesia desde los primeros siglos de su existencia. El amor es el mandamiento principal que Dios nos ha dado, y es el centro del cual irradia toda la vida cristiana. Si eres cristiano, lo que más te debe marcar la vida es el amor.
Pero al final del artículo nos planteamos una de las preguntas más importantes e interesantes de toda la teología: ¿por qué? ¿Por qué el amor es el tema central de la Biblia? La respuesta es a la vez muy simple e increíblemente profunda: el tema central de la Biblia es el amor porque Dios es amor. Primera de Juan 4:8 y 16 lo dicen claramente: “Dios es amor”. Ni en griego ni en español dice que “A veces Dios ama” o “Dios empezó a amar cuando creó al hombre” sino “Dios es amor”. Quiere decir que el amor forma parte de la misma naturaleza de Dios: siempre ha sido amor, y siempre lo será.
Pero el amor es un verbo relacional: uno no puede amar solo, y el amor no existe aislado de otros. Entonces, si tú y yo no hemos existido desde siempre, y si Dios es amor, ¿a quién ha estado amando Dios desde antes del comienzo del universo? Una vez más, la respuesta es a la vez simple y profunda. Juan 17 nos recuerda la oración más larga que Jesús hizo, y en el versículo 24 leemos una de las frases más importantes en toda la Biblia, en la que Jesús está hablando con su Padre: “me has amado desde antes de la fundación del mundo”. Allí tenemos en forma germinal el comienzo de todo: quién es Dios, por qué existe el universo, cuál es el propósito de la vida, etc. Tú y yo amamos porque Padre, Hijo y Espíritu siempre han existido en una relación de amor desde antes de la fundación del mundo.
Dicho de otra manera, la historia del ser humano comienza en Génesis 1:1, pero “antes” del comienzo del tiempo (lo cual es una contradicción de términos), ya existían Padre, Hijo y Espíritu en una relación de amor. El Hijo ya estaba con el Padre (Jn 1:1), disfrutaba de su gloria (Jn 17:5) y era su supremo gozo (Prov 8:22-31). El Espíritu, que quizá puede describirse mejor como el amor y comunión personal del Padre (cf. Rom 5:5; 2 Cor 13:13), también forma parte de la Deidad —o Trinidad—, y así también ha estado con el Padre e Hijo desde siempre (Gén 1:2; Ef 1:3-14; 2 Cor 13:14).
Si te preguntara cuál es el versículo o libro más importante en la Biblia, me imagino que me dirías algo como Juan 3:16 o el libro de Romanos. Pero eso no habría sido la respuesta de la Iglesia primitiva. Para ellos, los cinco capítulos más importantes de la Biblia eran: Juan 1 y 17; Efesios 1; Colosenses 1; y Hebreos 1. ¿Por qué? Porque es ahí donde más se habla de la relación íntima entre Padre, Hijo y Espíritu. Es decir que, para la Iglesia primitiva, toda la teología irradiaba del centro de la relación de amor entre Padre, Hijo y Espíritu.
Es dentro de este marco de amor intra trinitario que tú y yo encajamos. Es decir, Dios no nos creó por ninguna falta o deficiencia que tenía. No se daba cuenta de que le faltaba el amor, y así decidió crearnos para llenar dicho vacío. Todo al contrario: tú y yo somos el resultado del amor desbordante entre Padre, Hijo y Espíritu. De manera no muy diferente de cómo los niños son el resultado del amor desbordante entre marido y mujer, así también lo somos nosotros del amor entre Padre, Hijo y Espíritu. La creación es el resultado de la plenitud de amor de Dios, y nos creó para participar en su amor.
Si seguimos las pistas que la Biblia nos da, llegamos a la conclusión de que el amor es, de verdad, todo. Pensemos, por ejemplo, en los grandes puntos de inflexión de la Biblia: Dios, creación, pecado, salvación y consumación: ¿Cómo es Dios? Amor. ¿Qué significa ser creado a la imagen de Dios? Vivir en su amor. ¿Qué es el pecado? Salir de su amor. ¿Qué es la cruz? La mayor demostración su amor. ¿Qué es la salvación? Dios, en su amor, haciéndonos volver a su amor. ¿Qué es la santificación? Crecer en su amor. ¿Cómo será la eternidad? Participar en su amor para siempre. Insisto: el amor es todo.
Todo lo que nos hace humanos —nuestros cuerpos, sentimientos, habilidades, etc.— es un vehículo para encarnar el amor de Dios. El centro de lo que somos no es la mente (contra los platónicos y gnósticos) ni el cuerpo (contra los ateos y la sociedad occidental actual), sino la voluntad, porque ahí es dónde reside nuestra capacidad de escoger, decidir, elegir, amar.
En resumen, hemos visto que el tema central de la Biblia es el amor porque Dios es amor. Antes de Génesis 1:1 y después de Apocalipsis 22:21, Dios es amor. Nuestra realidad forma parte de otra realidad infinitamente más grande: la del amor entre Padre, Hijo y Espíritu. Pero igual que en el artículo anterior, terminamos este artículo con otra pregunta importante: ¿Cómo es el amor de Dios? Sabemos que Dios es amor, y también que nosotros debemos amar, pero ¿cómo es? En el siguiente artículo veremos el vínculo entre el amor de Dios y nuestro amor.
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